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viernes, 20 de noviembre de 2009

EL delicado arte de exprimir el coleto


El futuro laboral de las mujeres italianas depende de cómo expriman el coleto. Que no me creen? Pues lamento informarles que es así. Acabo de ser testigo de un hecho que lo comprueba. Si uno no sabe exprimir el coleto, pues no podrá ni soñar con encontrar trabajo acá. Por lo menos eso es lo que dicen los especialistas en esos quehaceres. Y es que la economía en esta zona se encuentra tan contraída, que muchísimas mujeres se han volcado a las calles a realizar para terceros las labores de limpieza cotidiana, siendo la más popular la limpieza de las escaleras de los edificios. La tradicional profesión de ama de casa ha expandido sus fronteras y hoy en día es más que común ganarse el pan a fuerza de trapear, como dirían los mexicanos.
Pero la cosa no es sólo limpiar y ganarse los reales. Algunas mujeres con una visión un tanto más futurista han constituido cooperativas de limpieza, ya que según dicen por ahí, en la unión está la fuerza. Es así como bandadas de laboriosas mujeres toman por asalto oficinas, escaleras y áreas comunes de condominios, para dejarlas resplandecientes por la módica suma de 7 euros la hora.
A las 7 y 30 de la mañana comienza el frenesí. Carros cargados de aguerridas féminas recorren las calles del pueblo. La jefa gira instrucciones a los escuadrones de limpieza, haciendo hincapié en que más importa la cantidad de escaleras por día que la calidad misma del trabajo... “veloce, veloce!”
La meta es lograr al menos 10 edificios en tan sólo 5 horas para estar en casa puntuales a mediodía, no vaya a ser que llegue el marido hambriento y no consiga la pasta en la mesa.

De a dos por edificio. La primera va adelante, escaleras abajo con la escoba en la mano, mientras la sigue la segunda con el coleto en un acompasado vaivén de pasos que sólo se interrumpe para recoger el polvo con la pala y remojar el coleto en el tobo. Esta última acción, remojar el coleto en el agua y exprimirlo después, es la que determina la permanencia o no de las mujeres en la cooperativa de limpieza.
De acuerdo con esto, exprimir el coleto es toda una ciencia. Hay que doblarlo exactamente a la mitad, y luego doblarlo otra vez hasta reducirlo a ¼ de su largo. Deben tomarse ambas esquinas a la vez con una mano opuesta a la otra, perpendiculares al abdomen, y en un solo movimiento de torsión –una mano en el sentido horario y la otra al contrario- se le debe sacar al trapo hasta la última gota de agua…"súbito!”!
Presencié la clase magistral en primera fila y fui testigo del discurso de la jefa a la trabajadora (ahora ex -trabajadora). Según la primera, o sea la jefa, la pobre señora no podrá soñar con un futuro en el mundo laboral debido a su escasa habilidad para exprimir el preciado trapo. Spremere lo straccio es una aptitud que, de no poseerse, estigmatizará a la fémina de por vida, haciéndola valer poco menos de lo que vale un cero a la izquierda a los ojos de la habilidosa jefa de escuadrón. De poseer la aptitud de marras, la actitud de la jefa cambiará radicalmente, deshaciéndose en elogios y felicitaciones a la orgullosísima poseedora de tan preciado y divino don. Imagino que la vida conyugal de la pobre señora que recién acaba de pasar a engrosar la lista de desempleadas italianas será también un rotundo fracaso, porque una mujer que no sepa exprimir un coleto no podrá manejar una casa.
Menos mal que en cuestiones laborales, sobre todo de esa índole, trabajo por mi cuenta; es decir, limpio sólo mi casa y soy yo la jefa. Aunque analizando bien el asunto, acabo de darme cuenta de que jamás podré trabajar en este país, ya que ni sé exprimir el coleto con la compleja técnica que explicó la señora ni tengo la menor intención de aprender a hacerlo.
Me queda una duda….en qué parte del curriculum se especifican las habilidades coletísticas?

sábado, 31 de octubre de 2009

pequeños pasos, grandes descubrimientos

Heme aquí de nuevo, luego de una corta ausencia en la que “dizque” estaba ordenando mis pensamientos.
Por fin empecé a estudiar de nuevo….yuuupiiii!!!! pero…no se emocionen. Por ahora, no es ningún master ni especialización. Estoy haciendo algo equivalente a un “bachillerato por parasistema” (sin risas, por favor!) . Y es que en vista de la poca –o nula– oferta de cursos de italiano para extranjeros en mi querido Macondo meridional (léase Polignano a Mare), pues no me quedó más remedio que optar por la opción de la educación para adultos. Necesito mejorar mi italiano y de esta manera lo puedo hacer un poco más rápido que haciéndolo por cuenta propia.
Esta segunda vuelta no me resulta muy distinta de la primera, salvo por la madurez que la edad conlleva. Aprendo rápido, soy la menor de la clase, soy la más alta de la clase, y como termino los ejercicios primero que los demás, pues me aburro un montón! La situación es idéntica a cuando hice el bachillerato por primera vez, sólo que en este caso la motivación es distinta. La primera vez lo hice porque era lo que correspondía hacer a una muchacha de mi edad. La segunda vez lo estoy haciendo para saciar la sed de aprendizaje que me acompaña desde hace algunos años. Esta vez le estoy sacando el máximo de los provechos y estoy aprendiendo cada día un montón de cosas que espero me sirvan muchísimo en el futuro. Ah! Claro…se me olvidaba… también estoy perfeccionando el italiano. Ya lo estoy escribiendo. En un año a lo mejor y hasta saco una versión italiana de este blog!
A medida que transcurren las clases no dejan de sorprenderme los descubrimientos que hago. Lo que más me ha impresionado; sin embargo, ha sido encontrar, en un país de lo que llaman el primer mundo; es decir, un país civilizado, industrializado, con conciencia ciudadana, en donde se respetan los derechos individuales y colectivos, donde las instituciones funcionan en blanco y negro, en los que existe pobreza mas no marginalidad ni miseria y pare usted de contar, gente que aún es 100% analfabeta. Increíble!. Pero aún más increíble es el hecho de que esa gente maneja cuentas en el banco, vehículos automotores, propiedades y hasta negocios propios…en pleno siglo XXI….sin conocer ni la o por lo redondo!
No puedo evitar paragonar la realidad de estas latitudes con la realidad de la tierra que me vio nacer, y es que ahora entiendo un montón de cosas. Si de este lado del charco, con todas las ventajas tecnológicas, sociales, económicas e idiosincráticas que se cuentan, aún hay gente con esos niveles de ignorancia, susceptibles de manejo por parte de inescrupulosos…un Chávez es lo mínimo que puede acontecer en Venezuela donde tenemos alarmantes niveles de pobreza crítica, donde hay partes del país a las que no llegan ni por error los servicios básicos, donde una gran parte de la población no es capaz de entender las consecuencias de los actos cometidos (eso que llaman la ley de acción y reacción) y donde casi todos, aplicamos el principio del “Carpe Diem”.
Señores...creo que acabo de descubrir el agua tibia: estamos jodidos!

lunes, 28 de septiembre de 2009

Ilusiones vanas de una mente inquieta

Pasé gran parte de la noche sin poder dormir. A falta de ovejas, me puse a contar los bloques de piedra que conforman el techo abovedado de mi cuarto: 146 en total. Los conté una y otra vez, no para verificar la cantidad, sino para tener la mente ocupada en otra cosa que no fuera pensar….pensar en mi país.

A pesar de la distancia que me separa deVenezuela, me mantengo informada del acontecer de allá. Parece mentira, pero estoy más enterada de las cosas que pasan en Venezuela que de las cosas que pasan acá en Italia. Sí, yo sé… aún no he terminado de cortar el cordón umbilical, pero es que una parte importantísima de mí aún está allá; no puedo simplemente cerrar los ojos y ya.

Vivir en un país en el que a uno nadie le ha confiscado sus derechos –ni sus bienes- le hace a uno ver las cosas desde un ángulo distinto. Y es que ahora es cuando veo con mayor claridad cuánto hemos perdido en Venezuela sin darnos cuenta!
Yo era una de las que sostenía que la lucha es desde adentro y que uno no puede abandonar su patria, hasta que un buen día me cansé de escuchar relatos espeluznantes de asaltos, robos, secuestros, asesinatos…sin contar otros “intangibles” que a diario se vive en Venezuela.

Qué tristeza! Nuestros valores se trastocaron y ahora somos víctimas de un desprecio visceral por todo lo que nos es contrario. Enjaulamos nuestras casas. Cuando vamos en nuestros carros no podemos ver el color real del cielo porque llevamos las ventanillas alzadas y las hemos cubierto de un papel oscuro, tan oscuro como el alma de quienes nos han llevado a este estado de zozobra.

Me duele; me duele muchísimo lo que le ha pasado a mi patria. Veo con estupor como día a día va mermando aquello que yo conocía como clase media: gente que le echaba bolas a estudiar, a prepararse, a trabajar todos los días. Gente que podía darse sus gusticos de vez en cuando sin que nadie les reprochara nada, porque esos gusticos eran la recompensa de años de trabajo y sacrificios. Ahora le quieren hacer creer a todos que esa gente como mi papá, como tu mamá y como la gran mayoría de venezolanos, que esos gusticos se los dieron a fuerza de explotar a desvalidos y de robar descaradamente.

Me escapé, pero aclaro que no fue por comodidad sino por el más básico instinto de supervivencia. Me vine porque no pude soportar seguir viviendo perennemente en un juego de lotería en el que el primer premio es la muerte a manos del hampa. Me vine, porque recorrer a diario de ida y vuelta 8 km de barrios (la mayoría de ellos, lamentablemente, de esos en los que todos los días matan por lo menos a 2 personas por cualquier cosa) para uno llegar a su casa, afecta demasiado las estadísticas y no quería salir en la página de sucesos de ningún periódico. Me vine porque no sé, ni quiero saber, cómo uno le explica a sus hijos pequeños, que no era que Papadios necesitaba a su papi en el cielo, sino que a unos señores les pareció que el carro de su papá todavía le iba mejor a ellos y la forma más fácil de obtenerlo era metiéndole un tiro certero y mortal. Me fui, porque aún no logro entender que quien lleva las riendas del país se horrorice con los bombardeos entre israelíes y palestinos, cuando los venezolanos hacen milagros para sobrevivir en una guerra sin cuartel ni tregua, que abarrota las morgues de cadáveres descuartizados y dolientes con cara de resignación yendo de una funeraria a la otra para ver en cuál les permiten velar a sus muertos.

Quiero regresar algún día. Salir de la puerta del avión y sentir esa cosquillita en el estómago que dan las emociones verdaderas. Quiero que los relatos que lea sean ficciones de una mente creativa y no realidades cotidianas de gente cada vez más cercana. Quiero poder disfrutar en mi propio país de mis derechos básicos...Será mucho pedir?

viernes, 11 de septiembre de 2009

Carta abierta a Papadios

Cónchale Papadios! Dame una tregua, vale. Mira, no sé si es que el mensaje está llegando mal, pero de verdad nunca ha estado entre mis planes ser venerada en un futuro por nadie. No quiero estatuas en las plazas, ni estampitas alumbradas en las casas…nooo vale….bien lejos con eso. Sí, es verdad, historias como las de Santa Teresas de Jesús, Padre Pío, Juana de Arco, etc., me impresionan, pero no, qué va, eso no es conmigo. Yo me conformo con que me recuerden mis hijos y mis nietos, sin fotos, sin imágenes, sin templos. Lo mío es simple: una vida tranquila y sin peos. Es mucho pedir? Ojo, no te estoy pidiendo que hagas todo tú solo; bien sabes que últimamente le he estado echando un cerro de bolas, pero yo solita no puedo con todo esto.

Analizando bien las cosas, yo no soy mala. Soy una persona promedio. Ok, no voy muy a menudo a misa, es cierto, pero es que el rollo no es contigo sino con estos individuos que en tu nombre se empeñan en alejarlo a uno cada día más de los templos, y acá co el cuento de que soy divorciada no me permiten comulgar...entonces, qué sentido tiene la misa si se supone que para encontrarte o hablar contigo hay una especie de línea abierta que funciona en cualquier parte y a toda hora, no? Ah! Y el tuteo….bueno, llevamos conociéndonos 4 décadas, creo que ya nos tenemos bastante confianza. Lo de los mandamientos esos que Moisés escribió en una tabla, pues no robo, ni mato, ni deseo a la mujer de nadie (mejor, al esposo de nadie)...bueno, sí es verdad....Vin Diesel me parece súper-sexy, pero de allí a que de verdad vaya a pasar algo con él...bueh!, te tengo bastante respeto, en fin, los cumplo todos con el beneficio de las libertades que el desarrollo de los últimos 2 mil y pico de años nos permite.

Coye vale, échame una manito, pana! Me tienes en un tira y encoje que me va a volver loca. Hoy siento que intercedes en algo y mañana….zas! te volteas pa’l otro lado y me encuentro con tremenda piedra en el camino. Sabes que si es por sacrificios, los he hecho todos, tú sólo nómbralo para que veas que ya lo hice, entonces? No pido más que un empujoncito, el resto del camino lo puedo hacer yo sola, creo.

domingo, 30 de agosto de 2009

Pssst! es contigo...

Eeey! No pongas esa cara, mira que en ninguna parte dice que yo esté obligada a pensar en ti todo el santo día. Además, tú también te fuiste sin aviso; sin darme tiempo ni siquiera de asimilar lo que había pasado. Tú, mejor que nadie, deberías saber cuán aciagos fueron los momentos que pasé, cuántas preguntas me hice (y me sigo haciendo, no creas), cuántas lágrimas inundaron mi almohada. Me costó muchísimo aceptar que de ese momento en adelante las cosas serían distintas, la vida misma sería distinta. Pero aquí estamos, echando pa’lante, como se dice.
Te cuento que desde que te fuiste las cosas han cambiado mucho por acá. Supongo que en lo que al aspecto político y económico se refiere, sentirás un gran alivio pues no tienes que calarte más esta vaina que nos queda de herencia a nosotros. Hay una parte de mí que envidia –no anhela– esa sensación de libertad que supongo disfrutarás ahora, pero ojo, no es que yo la esté pasando del todo mal, eh! Tu ida afectó a mucha gente, eso lo sabes, pero puedes sentir una gran tranquilidad ya que hiciste bien tu trabajo y aunque no estés acá, tu gran influencia siempre está presente, aunque tácitamente, en todo lo que hacemos a diario.
Me vienen a la mente algunas charlas que sostuvimos, elucubrando sobre el futuro. Siempre decías que procurarías mantener el contacto por cualquier medio. Yo supongo que las comunicaciones por allá deben tener códigos distintos a los de acá, porque la verdad es que eso que pasa en las películas sobre que a la gente se le paran los pelos y escucha los pensamientos de algunos que están en otras partes, hasta ahora no me ha pasado. Yo te siento, pero de otra forma; es como más complicada la vaina. Lo que sí te digo, es que seguramente estamos en husos horarios distintos, porque esas sensaciones me dan es como a eso de las 2 de la mañana. Me despierto de golpe con tu imagen y tus palabras dándome vueltas en la cabeza. Como no tengo ninguna manera para poderme comunicar contigo, hoy me paré a escribir para ti, así que espero que el mensaje llegue. Trata de hacerme llegar algún dato para contactarte, tenemos miles de cosas de las que hablar.
A pesar del tiempo y aunque tu nombre no esté en mi boca las 24 horas del día, te sigo queriendo muchísimo, eso no ha cambiado en nada. Sé que no sólo a mí me haces falta, así que por favor manifiéstate que yo me encargaré de que el mensaje le llegue a todos.

jueves, 20 de agosto de 2009

Gracias


Primero que todo, a ustedes por leer y comentar lo que escribo, pero hoy quiero ir un poco más allá.
Una de las primeras palabras que nos enseñan apenas aprendemos a hablar es Gracias. Mamá nos la repite hasta el cansancio cada vez que alguien nos da un caramelo o nos dice algo agradable. A medida que vamos creciendo, la presión sobre la palabra se hace más fuerte y ahora mamá nos recuerda en un tono un tanto más recriminatorio “qué se dice? G R A C I A S”. Es así, como vamos interactuando a diario, recibiendo y agradeciendo, generalmente de manera automática.
Sin embargo, hay momentos en la vida en los que uno dice la prenombrada palabra para expresar un sentimiento real y profundo. En lo personal, me ha tocado dar las gracias sinceras en muchas oportunidades. La he dicho de corazón; la he dicho con alivio; la he sentido.
Hoy tengo muchas razones por las cuales dar las gracias; sin embargo, me resulta paradójico que deba hacerlo a personas completamente extrañas y anónimas, lejos de hacerlo a quienes –natura manda– debería. No sé cómo explicarlo, creo que tendrá que ser gráficamente: Imagínense una de esas cuñas de suavizante para ropa, en la que alguien, feliz de usar una ropa suavecita que huele riquísimo, corre (en cámara lenta, por supuesto) a través de un campo muy florido para finalmente abrazar a otro alguien, que también tiene la ropa suavecita y fresquecita. Ahora imagínense la misma cuña, pero al final, cuando las dos personas se encuentran, la que está esperando al que viene corriendo con una sonrisota de oreja a oreja, se voltea y comienza a correr en otra dirección, dejando al pobre pendejo que viene corriendo solo, exhausto y desorientado, con los brazos abiertos, susceptible de caer de bruces al tropezar con una piedra inadvertida en el camino. Bueno, así me llegué a sentir. Como una pendeja, sola y desorientada.
Lo que no se ve en esa cuña, es que a lo largo de ese bellísimo campo florido, hay otra gente que, completamente ajena a lo que está sucediendo, apenas pasa el pendejo corriendo, de manera espontánea y sin esperar absolutamente nada a cambio, abre los brazos de par en par para que por lo menos el coñazo después del tropezón no sea tan fuerte.
Esa situación, me la hubiera yo esperado en Dinamarca, Suecia o Finlandia, en la que la frialdad de los sentimientos es comparable a las terriblemente bajas temperaturas ambientales que marcan los termómetros en invierno, pero jamás en Italia; mucho menos después de tanta insistencia para que le pusiera el suavizante a la ropa e inmediatamente echara a correr como una loca por el campo florido.
A esos personajes anónimos que no se ven en la cuña es a quienes hoy les quiero dar las gracias de corazón. Ya lo he hecho en persona, pero quería ser un poco más formal y hacerlo de manera más pública. Lamentablemente, el mensaje escrito no llegará ni a los que agradezco ni a los que no tengo nada que agradecer. A los primeros, porque no hablan castellano. A los segundos, porque la pobre dotación neurológica con la que cuentan no les permite discernir entre elogios e insultos, y honestamente, explicarles los vericuetos y sutilezas de la palabra escrita sería una aventura extremadamente extenuante, comparable con tratar de convencer a un Amish de que haga operaciones bancarias en internet.

A los primeros y a ustedes, Gracias!

miércoles, 5 de agosto de 2009

Volumen, temperatura, área....

Los kilos comenzaron a importarme, sinceramente, en el momento en el que compré mi pasaje al exilio. Y es que no es nada fácil comprimir una vida en apenas 184 kilos que la aerolínea nos permite traer a los cuatro sin pago de penalidad. 184 kilos que suenan a mucho, pero son pocos al momento de empacar ropa, juguetes, medicinas, regalos, libros y cualquier otra posesión a la cual uno no esté dispuesto a renunciar así no más. Mal que bien, trajimos casi todo lo que planeamos. Nos pasamos un poquito de la cuenta, pero no tuvimos que pagar penalidad.
Otros kilos a los no le paraba mucho son los que llevo a cuestas. Y es que reconozco que me descuidé un poco, y siguiendo la tradición familiar, engordé. Pero no fue sino hasta llegar acá que me percaté de ello, no porque me viera gorda, sino porque en tres meses he perdido algunos kilos (ignoro cuántos)y me di cuenta al querer ponerme un pantalón que en Caracas usaba a diario, y ahora me queda nadando!, lo cual me lleva a otra medida que siempre me tuvo sin el menor de los cuidados: los grados.

Yo no entendía por qué, cada vez que hablábamos por teléfono con mi suegra, la primera parte de la conversación se centraba en "fa caldo...fa freddo". Claro, no lo entendía, porque en Caracas contamos con un clima maravilloso, absolutamente predecible y estable. En los países con cuatro estaciones, o por lo menos éste en el que estoy, el clima y la temperatura juegan un papel primordial en la vida de sus habitantes. Ahora no me pierdo el "meteo" de las noticias. Me he vuelto masoquista y ahora no me puedo acostar sin ver las predicciones de cuánto calor va a hacer al día siguiente, nada más que para saber de antemano cuan miserable me voy a sentir con el calor hijueputa que va a hacer. De allí los kilos que he perdido, es que es como si estuviera en el sauna todo el día, descubriendo glándulas sudoríparas en los lugares más recónditos de mi anatomía. Glándulas que deben haber estado latentes hasta llegar acá, porque, sinceramente, jamás en mi vida había sudado tanto. Ahora sumen el sudor a los kilómetros que camino a diario para hacer las diligencias y...voilá!..pérdida segura de peso.

La tercera medida son los metros. Mi cotidianidad se ha reducido a los metros estrictamente necesarios para sobrevivir. Se acabaron lo grandes espacios de esparcimiento: el terreno de la casa en el Junquito, mi casa grandota, el parque del edificio de mi mamá, la camioneta. Acá tengo una casa en la que cabemos los cuatro sin que podamos dejar de vernos a menos que cerremos la puerta del baño. Los edificios y casas están pegaditos unos a los otros, tanto, que es difícil saber a simple vista cuáles ventanas corresponden a un edificio y cuáles a otro. Las calles son angostísimas. Es cultural, la vaina. El espacio es compartido y punto. Tu ventana abierta de par en par es para que tu vecino hurgue en tus intimidades, y desde su sala, pueda saber cuántos vasos hay en tu despensa. No quedan sino dos alternativas: o te calas la mirada inquisidora de la vecina parada en el balcón, o dosificas la brisa marina cerrando la cortina, así sólo ven de a raticos.

Es mejor o es peor? No lo sé. Lo que sé que estoy redefiniendo mi vida con base en nuevas medidas. Comencé desde cero y esta vez estoy dosificando todo, centrándome por ahora en lo que necesito y no en lo que quiero, sin sacrificar la calidad: uno solo, pero bueno!

lunes, 20 de julio de 2009

Iba caminando por la sabana, quejándome de todo, lamentándome por la sequía, o por la lluvia, o por ambas. La caminata se hacía siempre cuesta arriba, el panorama era siempre el mismo y cada amanecer traía consigo nuevas quejas y lamentos: el pasto se secó, la parcela se inundó, la cosecha ya no es tan abundante..en fin. Soñaba con echar a correr hasta llegar a otra parte, a otra sabana en la que no hubiera tanto peo. Paradójicamente, ese sueño me quitaba el sueño.

Yo sabía que lejos de allí, había una parcela enorme. Allí había un burro tranquilito, amarrado al tronco de un árbol. El dueño del burro intuyó mi sueño, y gentilmente me cedió el burro para que no se me hiciera tan difícil llegar a donde soñaba. Se me ocurrió la brillante idea de montarme en ese burro a ver pa’donde me llevaba…si es que el condenado bicho me llegaba a llevar a alguna parte. Repentinamente eché a correr hacia el burro, lo alcancé, y después de un par de intentos, el condenado por fin dejó que me encaramara encima de él.

Una vez que me monto en el burro, lo que me queda es arrearlo. Eso sí, arrearlo es toda una ciencia, y créanme que de las más complejas! Halo por aquí, le hablo por allá, una patadita en la panza nunca está de más; sin embargo, el bicho no responde a la velocidad que yo quiero.

El condenado burro ya por fin comienza a andar. Al principio, el muy muérgano va pa’donde dice él y como dice él. Trato de halar la rienda, pero nada; el muy condenado se queda allí paradote y lo que hace es rebuznar y seguir empeñado en hacer lo que él quiere.

Después de varios insultos, y viendo que el animal no responde a mis intenciones (sí, suena medio mal, pero no es lo que creen) , vencida dejo que sea él quien me muestre el camino….Sorpresa!!!!!! el carajo ya ha pasado por allí varias veces, y ya sabe qué debe y qué no debe hacer. Él va a trote lento, pero con rumbo fijo.

Hacia adelante veo colinas enormes, pero cuando volteo a ver las que ya he superado, me doy cuenta que no son tampoco taaan altas. Es como el email ese de las ilusiones ópticas: si ves de aquí pa’llá se ve más grande la vaina, pero de allá pa’cá es más pequeña. Yo desconozco aún la distancia que me falta por recorrer, pero veo pa’trás y me doy cuenta de todo lo que he andado hasta ahora.

Con lágrimas en los ojos veo la sabana que dejé atrás. A veces, las mismas lágrimas no me dejan ver los prados que tengo por delante, pero el bendito burro sigue allí, rebvuznandito de vez en cuando y apresurando el paso, como para hacer que que pueda ver más claro el horizonte.

Poco a poco, voy superando obstáculos y voy logrando pequeños triunfos. A pesar de las vicisitudes, a medida que pasa el tiempo, me voy convenciendo que ese “Me voy pa’l carajo” de hace algunas entradas, está dando sus frutos.

Aún no he llegado a la parcela de mis sueños, pero definitivamente, estoy más cerca de ella que hace un par de meses.


sábado, 13 de junio de 2009

Trío de tres


Un vistazo a un mapamundi y de nuevo me ataca esa sensación de lejanía, esa tristeza que viene de a raticos, como para que no me olvide que está allí. Mi cerebro comienza con esa jugarreta de traerme sólo recuerdos placenteros; no sé si es para que estos se fijen en mi conciencia y no salgan de allí jamás, o si es para que los compare con el presente y fije metas para el futuro. Lo cierto es que hoy, paticularmente, he estado pensando en tres personas muy especiales. Todas ellas han sido parte muy importante de mi vida, cada una de ellas en un momento específico. Lo más cómico es que entre sí, no se conocen. Confío en que, sin nombrarlas, sepan reconocerse cada una. Ya me imagino sus caras sonrientes al identificarse!!
Una de ellas fue en algún momento mi confidente, mi pana. La que me acompañaba al baño y la que me apoyaba cuando la maestra (in) justamente me llamaba la atención. Fue ella quien advirtió la mirada pícara de algún compañero de salón y con ella compartí mis más íntimos secretos, que en ese momento se limitaban a un "me gusta X...chama, no estudié nada para el debate.....o la pregunta-confesión: a ti ya te vino?..a mí sí (la regla)". Pasaron muchos años, demasiados, diría yo, antes que la vida, o mejor dicho, la informática nos pusiera de nuevo en contacto. El encuentro fue por demás emocionante. Nos costó un poquito ponernos de acuerdo para reunirnos, tal como ocurría hace tantos años, sólo que esta vez no era porque nuestros padres no nos dejaran salir o no nos quisieran llevar, sino porque nuestras ocupaciones de adultas no permitían que coincidiéramos en tiempo ni espacio. Al final, como cuando niñas, lo conseguimos.
Salto el orden cronológico y llego a la segunda. También mi confidente, sólo que ahora los secretos son más fuertes y las decisiones más trascendentes. Ella, discretamente, sabe que su participación se limita a escuchar, a apoyar y a dar palabras de aliento. Los reproches y los "si yo fuera tú" se los deja a otros porque sabe exactamente cuáles son mis necesidades, mis temores y mis angustias. Está conmigo en una etapa crucial de mi vida, y de la suya también. Tenemos la edad a nuestro favor, y sabemos que contamos la una con la otra. No nos invadimos los espacios y sabemos cuando aguardar en una esquina. Juntas emprendemos miles de locuras. Juntas vivimos angustias, algunas de las cuales hoy son parte del anecdotario y relatamos con carcajadas. Guardamos celosamente nuestros secretos, esos que repasamos brevemente a solas como para dejar muy en claro que guardados es como deben quedar.
La tercera ha sido una constante en mi vida, con sus altibajos normales. Con ella viví los temores típicos de la adolescencia; ese querer ser mujer sin dejar de ser niña, ese despertar a un mundo lleno de libertades que hasta ahora sólo conocíamos de referencia. Con ella viví la época del "chama, qué bolas que mi mamá no me deja ir para X parte...como si yo fuera una bebé!," las escapadas, las primeras "covas" que pensábamos nuestras madres se creerían así no más.
De todas estoy geográficamente distante, pero con todas me siento muy unida. De cada una guardo recuerdos muy lindos y en cada una pienso a menudo. No nos vemos, pero los sentimientos están latentes. Sabemos cómo comunicarnos, tenemos los medios y la voluntad para hacerlo. El cariño sigue intacto, sólo quería que supieran que hoy estuve pensándolas.

martes, 2 de junio de 2009

De adagios y algo más

Mi tía Silvia tuvo una vida muy dura. A pesar de eso, nunca se dio por vencida y hasta el último día buscaba cualquier motivo para reirse, inclusive de sus propias desgracias. Una de las cosas que más recuerdo de ella, es que ella siempre tenía una frase que resumía, muy sarcásticamente, su propia realidad. Entre las cientos -o quizás miles- de frases que me dijo, dos me siguen impactando a diario, no sólo por su veracidad, sino por su universalidad.
Hoy quiero escribir sobre una de ellas: "no hay que tenerle miedo a la gente mala, sino a la gente bruta. La gente mala siempre va a hacer cosas malas, pero uno nunca sabe con qué te va a a salir una gente bruta". Si ella tuviera una cuenta en la que depositar dinero cada vez que compruebo la veracidad de su adagio, ya la SUDEBAN la hubiera mandado a investigar por la magnitud de los fondos! Resulta sorprendente la cantidad de gente bruta que va por el mundo, publicitando su ignorancia a cielo abierto. Lo que más me sorprende, sin embargo, es la tozudez de esa gente; el no querer aceptar los propios errores sino justificarlos como aciertos, y el negarse a aprender o conocer nuevos y mejores modus operandi. Gente que se autocompadece de sus males y se ahoga en un vaso de agua, sin darle la más mínima oportunidad a otros -un poco menos brutos- de mostrarles una vía alterna con mayores posibilidades de éxito.
"Si no lo conozco yo, no existe". Si bien no se lo he escuchado decir a nadie todavía, pareciera ser el leit motif de muchos a mi alrededor. Y es que la muchas de las personas con quienes he tenido contacto últimamente, parecieran querer querer andar sólo sobre las huellas de quienes pasaron antes, sin importar qué tan bien les fue a aquéllos. Es como si vivieran con miedo a descubrir mundos nuevos (que más de uno hubiera estado dispuesto a convencer a Isabel de Castilla no sólo de que la tierra era plana, sino que llegaba sólo hasta donde se podía ver.....incluyendo las 5 dioptrías de miopía). Es que se conforman con lo que medio oyeron, con apenas una oración que pudieron medio leer en un pedazo de periódico viejo que el viento trajo hasta la puerta, con lo que les contó aquél, con lo que estuvo a punto de pasarle al otro...
Lo más arrecho es que apenas aparece en escena alguno un tanto más osado, uno que se atrevió a romper el paradigma y husmear un poco más allá, al principio lo escuchan con fascinación durante unos segundos, para luego mirarlo con desdén, caer en el habitual letargo y dejarse llevar por años y años de brutalidad codificada y almacenada entre las dendritas más minúsculas, característica que se han ido pasando de generación en generación.
Mientras tanto, otros (muy pocos) un tanto más hábiles y atrevidos van haciendo y deshaciendo, van aprendiendo, formando y decidiendo, pero sobre todo, van cargando sobre su espalda el peso de tanta ignorancia acumulada.

miércoles, 27 de mayo de 2009

Aprendiendo...

Todos los días aprendemos algo nuevo. Es cierto, pero hay días de días. En ocasiones aprendemos poco o cosas muy pequeñas, mientras que en otras aprendemos montones de cosas. Particularmente, este año para mí ha sido intensivo, en lo que a aprendizaje se refiere. Me siento como un bebé que recién descubre el mundo de posibilidades que se le ha abierto al erguirse y andar sobre sus dos pies. Ahora veo un panorama completamente distinto. Antes veía sólo las patas de la mesa, ahora veo lo que hay encima y más allá de ella. Lo que veo ahora no es ni mejor ni peor de lo que veía antes, sólo es diferente. Antes oía voces y veía pies; hoy sigo oyendo las voces pero ahora también veo caras.
He aprendido que no somos nada ni nadie en este mundo, que los logros son circunstanciales y tan sólo importan al sujeto en situaciones específicas de la vida, que estamos de paso y el legado sólo importa un momento, pero que no por eso hay que dejar de ser y de hacer...total, ese momento es de uno y es uno quien lo vive y aprende.
He aprendido también, que no importa la intención sino la acción, ya que es esta última la que en realidad trae resultados, buenos o malos, pero resultados al fin; que de nada vale ofrecer si se va a cumplir a medias, prometer para luego cumplir las promesas a regañadientes, predicar X para practicar Z; sonreir por delante para acuchillar por detrás, apoyar la iniciativa para luego reclamar al emprendedor...
He aprendido igualmente, que el manda'o queda mejor cuando lo hace uno mismo y que las instrucciones sólo las entiende quien las da.
Lo bueno de todo esto, es que aprendiendo vamos creciendo. Me he robustecido y entendí que de cada tropezón me levanto dando pasos más firmes, más largos, más sonoros. He comprobado no sólo cuánto me falta por aprender, sino cuánto he aprendido hasta ahora...y saben qué?...le llevo una morena a más de uno, así que mejor se agarran duro, porque del próximo traspiés cojo velocidad y los voy a dejar en el aparato!
Púyalo, que va en bajada!!!

martes, 5 de mayo de 2009

Ahora me llaman la risueña

Ahora con un poco más de tranquilidad, veo los toros desde la barrera. Al fin puedo dormir decentemente, al fin puedo caminar por la calle y hacer miles de cosas en un día sin necesidad de ir corriendo ni de llegar pidiendo excusas por haber llegado tarde.
Siempre me ha gustado reírme, y siempre he pensado que uno debe reirse de todo, hasta de uno mismo y hasta de las situaciones más desdichadas, ése ha sido mi secreto para sobrevivir. La gente pensará que soy loca, pero es que ahora camino y voy siempre son una sonrisa en los labios. Desde hace 10 días, me río cada vez más, no por mis desdichas, sino por las desdichas de los demás aquí, que a ellos los agobian y para mí no son sino meras minucias.
Díganme ustedes: no es como para desternillarse de la risa que uno llame a la policía a las 9 de la noche para quejarse de que en el restaurant del frente están haciendo bulla, y que la policía de hecho venga en menos de diez minutos y amoneste al restaurant? No causa carcajadas de esas que hacen que se te salgan las lágrimas que a los 15 minutos de haberte estacionado mal venga la policía y te multe con 85 Euros - y que de paso tengas de verdad que pagarlos si no quieres que te secuestren el carro preventivamente? Y no me voy a reir del aseo urbano? el mercado lo recogen a la 1 de la tarde y si pasas por allí a las 2 no puedes ni siquiera imaginar que allí vendieron algo porque no queda ya ni un papel en el piso? - ojo, no estoy hablando sólo del mercado en el que venden ropa y cosas para la casa, sino también del mercado en el que venden frutas, o pollo, o pescado. Cómo no va uno a reírse cuando oye a los demás que vienen en sus carros del año, comprados a crédito sin inicial ni intereses y cuya primera cuota sólo la tienen que pagar al sexto mes de haber comprado (y recibido) su carro, quejarse por el costo del impuesto - que no ha variado en 4 años - o del seguro de responsabilidad civil - que disminuye de forma directamente porporcional a la siniestralidad del vehículo y/o del conductor?
Coñoooo! claro que tengo material para reirme, aunque reconozco que también tengo mis preocupaciones...ahora me causa stress pensar en los surcos nasogenianos que me van a salir de tanto "espernencá la jeta" con las carcajadas!!!!!

lunes, 30 de marzo de 2009

Cédula vigente


Soy una de las pocas personas que aún ostenta una cédula verde, de esas de cuando Venezuela todavía no era Bolivariana. Sin embargo, como mi querida cédula verde está próxima a vencerse, después de muchos años negándome a cambiarla me he visto forzada a gestionar su renovación. No la cambié antes, porque en lo más recóndito de mi corazón, quedaba la esperanza que en algún momento las cosas volverían a ser como era antes, con todo y lo malas que fueran (o que por lo menos les quitaran el “bolivariana/o”).

Me pongo a averiguar y resulta que ahora no existen los módulos itinerantes de cedulación, sino que hay que cazar cuando hacen esos mega-operativos en los que venden comida y prestan todos los servicios de salud y atención al ciudadano que el gobierno no está en capacidad de brindar con normalidad. Para mi sorpresa, al domingo siguiente el operativo sería en el antiguo mercado de Chacao, a partir de las 9:00a.m, por lo que hice los preparativos pertinentes para estar allá antes de las 8 de la mañana.

Llegué a las 7:40, sin desayuno y con mucho sueño. Ya a esa hora había tres colas larguísimas. Como cada persona a quien le preguntaba me decía una cosa distinta, decidí entrar al recinto en el cual se iba a hacer el operativo para averiguar directamente cuál era la cola que me correspondía. Las colas de afuera me sorprendieron, pero el bululú de adentro me asustó. Por suerte, la cola que me correspondía no era tan larga; la señora que llevaba la lista de control “apenas” iba por el 90 (y eso que aún no llevaba ni un tercio de la cola), por lo que calculé que más o menos me tocaría el 200 algo. Bueno, “paciencia”, me dije. Me coloqué en el lugar de la cola que me correspondía, tratándome de fijar bien en quienes estaban alrededor de mí, no tanto por un asalto (sólo tenía copia de la cédula y 30 Bs encima), sino para que no se me fuera a colear algún vivo.

A las 8:00 todas las colas habían crecido considerablemente, pero a mí lo que me preocupaba era que mi cola había crecido hacia adelante; es decir, ahora tenía más personas por delante que cuando llegué. La señora de la lista ya iba por el ciento y pico, pero no estaba ni cerca de mi puesto.

A las 9:00, la gente de la Onidex aún no había llegado. La señora de la lista tampoco había llegado hasta mi puesto.

Así transcurrió el tiempo, entre el olor a “bicho muerto” y “camaradas” que repartían un periódico con propaganda gubernamental, porque “pueblo que lee se mantiene ilustrado”.

Lo que más me sorprendió; sin embargo, fue la cantidad de oficiales de seguridad que estaban allí. La Guardia Nacional tenía barricadas de oficiales armados con equipos anti-motín, con su respectiva “ballena” de apoyo. Había también un camión enorme de la Policía Metropolitana en el que vi entrar 30 efectivos para recibir escopetas y bombas lacrimógenas que colgaban en racimos por el costado derecho de sus cuerpos. Hurgué en la mirada y postura de quienes tenía alrededor buscando una actitud “golpista” que justificara tales medidas de seguridad…no vi más que desesperanza y resignación.


Lo que quería comentarles con todo esto, no es la odisea en sí, sino la enorme tristeza que me da ver cómo nos hemos ido acostumbrando a todo: a las colas, al casi-casi, al de vaina, al no “había arroz pero por lo menos conseguí caraotas”, a las humillaciones….porque es que tener que pasar horas en una cola para conseguir la comida más barata, para recibir una consulta con un médico, para obtener un documento, es completamente humillante y vejatorio.

Nos estamos acostumbrando a la mediocridad a una velocidad vertiginosa. Nos están cercando y somos nosotros mismos quienes estamos levantando la barda a nuestras espaldas. El letargo y el “nooo, vale, no creeeo…” nos está llevando a nuestra propia destrucción.

Me dieron las 10:40 a.m. aún en la cola, bajo el sol, con hambre y sin la más mínima esperanza de que llegara la gente de la Onidex. Adentro, la gente seguía deambulando y tratando de encontrar información coherente. Al parecer, la información variaba según a quien se le preguntara porque cada uno que salía decía algo diferente. A las 10:45 me di por vencida. Salí de la cola y dije: “no me calo más esta vaina”, reiterando lo que decidí hace mes y medio: “me voy pa’l coño”.


Nota: cuando me fui, tampoco la gente de PDVAL había llegado. Ya las colas le daban la vuelta a la manzana. Mientras tanto, otros regresaban sonrientes del nuevo mercado de Chacao, con sus carritos y bolsas repletos de verduras, vegetales y quesos fresquesitos, mirando con desdén a los otros pendejos haciendo la cola bajo esa pepa'e sol.

jueves, 5 de marzo de 2009

Imprevistos típicos de un día común

La alarma del celular suena a las 4:15 a.m. A duras penas mi cuerpo se levanta de la cama; mi cerebro queda en stand-by. Las constantes fallas del servicio eléctrico han hecho mella en el funcionamiento automático del hidroneumático, por lo que me veo obligada a salir y encender la bomba manualmente. Es incómodo, pero más incómodo aún es la gastadera de real en reparar la bomba cada 3 meses. Prendiéndola así por raticos, no se daña. Además, se gasta menos agua y así me alcanza hasta dentro de 30 días, si es que Hidrocapital tiene la amabilidad de mandarnos agua el mes que viene. La neblina prácticamente no me deja ver y el frío se cuela hasta la parte interior de mi organismo a través de todos los orificios naturales del cuerpo. Es allí cuando mi cerebro sale del letargo en el que estaba.

Me baño. Es un ritual imprescindible para lograr espabilarme y coger fuerzas para el día que me espera. Comienza el frenesí. Saco de la nevera el desayuno y lo que voy a poner en las loncheras. Afortunadamente, la noche anterior dejé todo preparadito para así sólo armar y guardar. Monto el café (recién colado es mucho mejor) y corro a despertar a MAC. Mientras tanto, ya el café está listo y el fiel microondas ya ha cumplido su cuota de calentamiento global del día (es que meto todo a la vez para que sea más rápido).
Una y otra vez reviso: uniformes, bultos, loncheras, carpetas y todo cuanto tenga que transportar. Comienza la mudanza de peroles hasta la maleta del carro. Entro y salgo con bolsos, bolsas, termos, chaquetas...Chequeo si MAC por fin se levantó: no lo ha hecho aún. "Coño papi", le digo. "échate una apuradita que ya van a ser las cinco, ayúdame con los peroles, vale!"
MAC se arregla en un santiamén (en eso me gana, lo reconozco) y cual General en Jefe, comienza a preguntar: "el bolso de M?, el bulto de F? hiciste algo de desayuno? No se te queda nada esta vez?...dame las cobijas para sacar a los chamos"
Acostamos a los niños aún dormidos en el carro y los arropamos. Mentalmente vuelvo a revisar la carga y cierro la puerta. Apago la bomba, pongo el candado. Repentinamante me doy cuenta que sobre el techo del carro no está "la bombonera", esa carga importantísima de la cual depende la salubridad de mi hogar. Y es que por mi casa, el servicio de aseo urbano es meramente un intangible que se paga junto con la factura de la electricidad. O sea "la bombonera" es la bolsa de basura que cada dos o tres días debemos trasladar nosotros mismos hasta un improvisado y nauseabundo botadero en mitad de la carretera. Arrancamos.
Veo el reloj y apenas son las 5:10 de la mañana; es decir, ya llevo casi una hora despierta y ajetreando. Comienza el reto: hay que esquivar autobuses, cacharros, perros y camiones porque si no llegamos a la autopista antes de las 6:00; ni de vaina llegan los chamos al colegio. La tarea no es fácil ya que el psiquiatra que funge de burgomaestre tuvo la brillantísima idea de mandar a raspar el asfalto en los primeros kilómetros de la carretera, justo un par de días antes del referéndum. Lamentablemente, al señor no se le ha ocurrido aún mandar a poner asfalto nuevo en la parte raspada, lo que ocasiona, por supuesto, una sinuosa e inmóvil línea de carros que dejó se extiende por más de 8 km. "Qué ladilla! esta vez es el asfalto, pero todos los días es cualquier vaina!", decimos.
Ante tal panorama se nos presenta una disyuntiva: nos calamos la cola y corremos el riesgo de llegar todos tardísimo a dónde quiera que vayamos, o arriesgamos nuestra integridad física y nos lanzamos por ahí pa'bajo hasta Antímano? Escogemos la segunda opción: Carapita. De allí se llega a Antímano en apenas 5 minutos. El problema con esos 5 minutos es que se hacen eternos en las pendientes de más de 30° de inclinación que ponen a prueba las cajas de velocidad hasta del carro más "vergatario" (ya no me hace falta ir a Space Mountain en Disney World; estas bajadas y subidas son más arrechas!). 5 minutos en los que de cualquier recoveco puede salir un Pedro Navaja amanecido para terminar de resolverse la noche; total, el sol aún ni sueña en aparecer en el horizonte.
Miro en derredor y siento una tristeza enorme. Son cientos de hectáreas cubiertas de casitas amuñuñadas unas sobre otras; callejones sin salida hacinados de una pobreza infinita que se cala por los huesos. Escaleras que llevan a cualquier parte, menos al cielo. Perros famélicos y sarnosos hurgando entre los despojos de civilización. Cientos, miles de seres sin esperanza de superarse porque su propia ignorancia los ha hecho presos de la hostilidad y la miseria que los rodea. Todo está tapizado con afiches y pancartas, que en ocasiones hacen las veces de cortinas, con un Sí rotundo y totalitario.
Llegamos a una baraúnta de carros desesperados por adelantarse en el camino. En zigzag, logramos ganar espacio hasta un claro. El reloj de La Previsora marca las 6:15 a.m. Wow! llevo dos horas en el primer round. Comienza el segundo reto: despertar a M para que se desayune y se vista. En el ínterim, se despierta F; menos mal que ya estamos llegando al colegio. Nos estacionamos en la cuadra de atrás y es cuando M se da cuenta que le traje dos zapatos izquierdos!!! Coño! Gracias a Dios que en la maleta está aún el uniforme del futbolito (que se me olvídó sacar la noche anterior), así que le encasqueto los zapatos deportivos, le cepillo los dientes, lo peino y con un beso lo dejo en la puerta del colegio justo a tiempo para escuchar el timbre de entrada.
El colegio de F está cerca por lo que más allá del llanto matutino habitual, no hay mayores inconvenientes para dejarlo a buena hora. Continúa el trayecto hacia mi oficina. Mientras MAC se desayuna (si lo hace antes, F se come su desayuno y el de MAC también). Llegamos a la autopista, de nuevo. A esta hora, el peo es aún mayor. Vienen carros por todas partes. Creo que nadie se acordó que comenzaban las pruebas pilotos del Plan Vía Libre porque veo placas terminadas en los números que se supone no deberían circular, por doquier. Paciencia. Saco mis cosméticos y comienzo a maquillarme. El constante arrancar y frenar del carro en la cola hace que el rimmel me entre más "en la pepa'el ojo" que en las pestañas. Los labios me quedan medio torcidos, pero ya no se me ven tanto las ojeras.
Llevo casi un mes llegando antes de las 7:30, pero hoy no va a poder ser así. Con suerte, llegaré a eso de las 8:30. No hay problema, mi jefe llega un poco después de esa hora, así que no se dará cuenta. Al llegar al estacionamiento veo su carro. "Me jodí". Subo corriendo y sigilosamente me siento en el escritorio. "A lo mejor acaba de llegar y no se percató", pienso. Abro Outlook y en primera plana, en mayúsculas plenas está su recordatorio sobre la hora de inicio de actividades y las medidas que, muy a su pesar, se verá obligado a tomar en contra de los infractores (o sea, yo, porque esos mensajessólo los pasa los días en los que él llega antes que yo). Al final, la guinda sobre el pastel: "MM HABLEMOS DE ESTO ASAP!"
El día transcurre con normalidad. A las 6:00 en punto bajo y me monto en el carro. Están los mismos de la mañana, con los ánimos caldeados. F se hizo pupú, M no terminó la tarea, a MAC se le cayó un negocio....emprendemos el camino de vuelta. Las mismas colas pero en sentido contrario y con el peso del cansancio a cuestas. Los chamos se duermen, yo trato de no hacerlo. Subiendo se accidentó un camión y la cola es brutal. Paciencia, me digo. En el radio un par de pendejos hablan pistoladas sobre temas que no le importan a nadie, lo más triste es que no indistintamente del dial que escoja, siempre es la misma vaina.
Por fin llegamos a casa. Los perros nos reciben con emoción pues saben que de inmediato recibirán su comida. Las caricias tienen que esperar hasta el sábado, ahora estoy agotada. Saco el perolero del carro, preparo el perolero de mañana. Pongo la alarma del celular para que suene de nuevo a las 4:15 a.m. Me tiro de bruces sobre la cama. La historia se repite día a día....coño! apenas es lunes!!!!

viernes, 20 de febrero de 2009

Estoica


Estoy cavando la arena con las manos, frenética. Trato de ganarle a los granos, pero ellos son muchos y muy rápidos. Se escurren entre mis dedos entumecidos ya de tanto luchar para detenerlos.

Estoy capitaneando una nave que por instantes pareciera atinar el rumbo, pero por eternidades divaga en la marea inclemente de la improvisación, ignorante por completo del destino que le espera.

Estoy captando señales difusas. Vienen de allá....y de allá también! Cuáles serán las correctas? Cuales me dirán hacia dónde está el norte a seguir?

Estoy cayendo por un vórtice que en cada vuelta me empuja más hacia sus entrañas. Me desoriento por segundos. Trato de asirme para ascender, pero la fuerza centrípeta sobrepasa mi capacidad. Cierro los ojos, me dejo llevar. Los abro otra vez. Girando, veo la luz al principio del remolino. Hacia allá voy! Todo comienza otra vez...

Estoy casihueviadormecida. Es el hastío. Es la entrega. Ya no quiero -ni puedo- más. Me dejo ir....repentinamente oigo voces de niños. Juegan, ríen, gritan, lloran. Están aquí por mí; están aquí para mí. Regreso de mi trance y encaro la realidad:

Hay que seguirle echando bolas....pa'lante es pa'llá y eso es dándole!!!

Estoica resisto. Sé que en algún momento vuelve el aluvión.

jueves, 19 de febrero de 2009

Mejores amigos**

Desde muy pequeña, el epíteto "mejor amigo" me ha perturbado. Cómo es eso que uno pueda ser un amigo mejor o peor que otro? Me aterrorizaba la idea de que nadie me considerara su mejor amigo (o por lo menos que nunca se lo escuchara decir a alguien). Al ir creciendo, ese temor se fue disipando poco a poco al entender que cuando se es el mejor amigo de alguien, ese alguien no se lo dice a uno directamente sino que se lo dice a los demás: "tú conoces a fulanita?" - "sí vale, ella es mi mejor amiga", pero resulta que a la tal fulanita, nadie le dice "tú eres mi mejor amiga", o peor," tú eres la mejor amiga de...."...qué ironía, no?

Y... más o menos que pasaría si alguien dijera "ella es mi peor amiga"? - me imagino que hasta allí duraría la amistad, o podrías tú seguir siendo amiga de alguien que públicamente ha dicho semejante atrocidad?.

Lo más triste del caso, es que el ser el mejor amigo de alguien es una condición que puede ser tan efímera como la moda. La mejor amiga de fulanita hoy, puede ser mañana la mejor amiga de sutanita y prácticamente olvidar que en algún momento anduvo con fulanita. Gracias a Dios, nunca he sido "fashion victim": Mas bien siempre he tenido gustos clásicos, de esos que perduran en el tiempo, y así ha sido, o mejor dicho, es, con los amigos.

No he tenido un mejor amigo (sorry, pals). Tengo amigos que en algún momento fueron compinches pero igual siguen siendo mis amigos hoy en día. Con la mayoría de ellos mantengo un contacto esporádico, pero no hemos dejado de ser amigos.

Con este boom del facebook, me he podido reencontrar con amigos queridísimos de quienes-por diversas razones- me había distanciado, pero que igual siguen siendo mis amigos. En los reencuentros no he escuchado frases como "sí, ella era mi mejor amiga, pero ahora no es" (menos mal!).

A qué viene esto? se preguntarán. Es que con esto del facebook y las notas que pone la gente "best friends ever!" "somos demasiado amigas" y cosas por el estilo, me vinieron a la mente esos recuerdos de mi niñez y me empezó como una piquiña rara.

Creo que en algún momento comenté que pasé por 5 colegios. A la fecha, mantengo amigos de 4 de esos colegios (y de pana, me gradué de bachiller hace buuurda!). A algunos no los veía ni sabía de ellos desde hacía más de 30 años, pero en el instante en el que nos contactamos y hablamos, revivió ese sentimiento como si no hubiera pasado ni un momento (siento que es recíproco).

En fin. Discúlpenme los que se hayan ofendido al descubrir que no han sido "mi mejor amigo", pero para mí vale mucho más la permanencia de la escencia que lo efímero de la condición. Son mis amigos y punto. Eso no cambia. El cariño se mantiene aunque la frecuencia de los encuentros fluctúe. Ah! y el hecho de tener amigos de años no obsta para sumar nuevos amigos a la lista; quién quita y hago realidad el sueño de Roberto Carlos (me contaron, yo ni sabía quién era ese tipo): "quiero tener un millón de amigos...."

**genérico. Hombre, mujer o "in between".

miércoles, 4 de febrero de 2009

La primera vez

No es fácil. Lo admito. La primera vez, por lo general, es torpe, tímida y cuesta mucho. Haciendo una retrospección, me doy cuenta de que en mi vida he tenido montones de primeras veces, por lo cual ya me he vuelto experta en hacerlo "por primera vez". Cinco colegios, dos comienzos en la universidad, 3 ciudades distintas, 5 trabajos, 2 esposos...uuuy! si sigo los voy a fastidiar, creo que ya captaron la idea, no? Con respecto al primer beso y "esa" primera vez, prefiero no entrar en honduras para no herir suceptibilidades, eso puede ser tema para otra entrada.
Pues bien, hoy es mi primera vez acá. Admito que lo pensé muchas veces, titubée un par de ensayos antes de decidirme a dar el gran paso. No es que nunca haya escrito, sólo que la gran mayoría de las veces había sido bajo mandato y por obligación. Esta vez es distinto, me estoy atreviendo a secar los trapos al sol sin importarme que todo el mundo los vea. Con esto simplemente me propongo plasmar en letras muchas de las cosas que digo y pienso. No pretendo hacer grandes análisis políticos o sociales, ni disertar sobre temas de relevancia mundial; sólo compartir un poco más, o mejor dicho, en otro nivel, mi cotidianidad.
Bueno, aquí estoy, lista para afilar el lápiz y tomar nota de todo cuanto me pase por la mente. ¿Que esperar de esto?, nada más allá de lo usual. Simples relatos, reales o no, ficticios o no, en exactamente el mismo tono en el que hablo: diáfano, ligero e inesperado; a veces culto, a veces soez. Lo que sí es seguro, es que que todas y cada una de las personas que de alguna manera me han influenciado, se verán reflejadas en mis relatos. No se asusten!!! no los voy a mencionar directamente ni voy a revelar ningún secreto; las narraciones las haré en tercera persona (algunas) y cual Dostoievsky, no pondré los nombres sino una letra que identifique el personaje (esto, de nuevo, para no herir susceptibilidades).
Qué raro! comencé con una cosa y termino en otra... No importa, lo que cuenta es que ya estoy aquí y lo que viene es letra pareja.