Eeey! No pongas esa cara, mira que en ninguna parte dice que yo esté obligada a pensar en ti todo el santo día. Además, tú también te fuiste sin aviso; sin darme tiempo ni siquiera de asimilar lo que había pasado. Tú, mejor que nadie, deberías saber cuán aciagos fueron los momentos que pasé, cuántas preguntas me hice (y me sigo haciendo, no creas), cuántas lágrimas inundaron mi almohada. Me costó muchísimo aceptar que de ese momento en adelante las cosas serían distintas, la vida misma sería distinta. Pero aquí estamos, echando pa’lante, como se dice.
Te cuento que desde que te fuiste las cosas han cambiado mucho por acá. Supongo que en lo que al aspecto político y económico se refiere, sentirás un gran alivio pues no tienes que calarte más esta vaina que nos queda de herencia a nosotros. Hay una parte de mí que envidia –no anhela– esa sensación de libertad que supongo disfrutarás ahora, pero ojo, no es que yo la esté pasando del todo mal, eh! Tu ida afectó a mucha gente, eso lo sabes, pero puedes sentir una gran tranquilidad ya que hiciste bien tu trabajo y aunque no estés acá, tu gran influencia siempre está presente, aunque tácitamente, en todo lo que hacemos a diario.
Me vienen a la mente algunas charlas que sostuvimos, elucubrando sobre el futuro. Siempre decías que procurarías mantener el contacto por cualquier medio. Yo supongo que las comunicaciones por allá deben tener códigos distintos a los de acá, porque la verdad es que eso que pasa en las películas sobre que a la gente se le paran los pelos y escucha los pensamientos de algunos que están en otras partes, hasta ahora no me ha pasado. Yo te siento, pero de otra forma; es como más complicada la vaina. Lo que sí te digo, es que seguramente estamos en husos horarios distintos, porque esas sensaciones me dan es como a eso de las 2 de la mañana. Me despierto de golpe con tu imagen y tus palabras dándome vueltas en la cabeza. Como no tengo ninguna manera para poderme comunicar contigo, hoy me paré a escribir para ti, así que espero que el mensaje llegue. Trata de hacerme llegar algún dato para contactarte, tenemos miles de cosas de las que hablar.
A pesar del tiempo y aunque tu nombre no esté en mi boca las 24 horas del día, te sigo queriendo muchísimo, eso no ha cambiado en nada. Sé que no sólo a mí me haces falta, así que por favor manifiéstate que yo me encargaré de que el mensaje le llegue a todos.
Te cuento que desde que te fuiste las cosas han cambiado mucho por acá. Supongo que en lo que al aspecto político y económico se refiere, sentirás un gran alivio pues no tienes que calarte más esta vaina que nos queda de herencia a nosotros. Hay una parte de mí que envidia –no anhela– esa sensación de libertad que supongo disfrutarás ahora, pero ojo, no es que yo la esté pasando del todo mal, eh! Tu ida afectó a mucha gente, eso lo sabes, pero puedes sentir una gran tranquilidad ya que hiciste bien tu trabajo y aunque no estés acá, tu gran influencia siempre está presente, aunque tácitamente, en todo lo que hacemos a diario.
Me vienen a la mente algunas charlas que sostuvimos, elucubrando sobre el futuro. Siempre decías que procurarías mantener el contacto por cualquier medio. Yo supongo que las comunicaciones por allá deben tener códigos distintos a los de acá, porque la verdad es que eso que pasa en las películas sobre que a la gente se le paran los pelos y escucha los pensamientos de algunos que están en otras partes, hasta ahora no me ha pasado. Yo te siento, pero de otra forma; es como más complicada la vaina. Lo que sí te digo, es que seguramente estamos en husos horarios distintos, porque esas sensaciones me dan es como a eso de las 2 de la mañana. Me despierto de golpe con tu imagen y tus palabras dándome vueltas en la cabeza. Como no tengo ninguna manera para poderme comunicar contigo, hoy me paré a escribir para ti, así que espero que el mensaje llegue. Trata de hacerme llegar algún dato para contactarte, tenemos miles de cosas de las que hablar.
A pesar del tiempo y aunque tu nombre no esté en mi boca las 24 horas del día, te sigo queriendo muchísimo, eso no ha cambiado en nada. Sé que no sólo a mí me haces falta, así que por favor manifiéstate que yo me encargaré de que el mensaje le llegue a todos.
Que duro es el exilio...Pero que dulces las recompensas.
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